FLUIR DE IDEAS
Que las cosas cambian de modo más acelerado en el tiempo presente es una tesis ampliamente difundida entre quienes se dedican el estudio y observación de la sociedad; incluso una mayoría de ciudadanos, no afín a la sociología, sostienen por la propia experiencia esa acelerada evolución de su entorno, aunque a veces personalmente no les afecte demasiado sobre su modo de vida. Para comprender esas transformaciones bastaría reconocer algunos de los cambios tecnológicos en el mundo de los transportes o comunicaciones, pero no menos también lo indican cambios culturales, como la igualdad de raza --recuérdese el sueño de igualdad racial del Rdo. Luther King y la elección democrática como presidente de Mr. Obama-- o que en gran parte del mundo occidental se reconozca el matrimonio entre personas del mismo sexo como el respeto de un derecho. Quizá lo que en general no se valore es que muchos de esos cambios no provienen de una acción planificada de quienes controlan el poder, sino de la presión social de millones de personas que se han comprometido en poner en valor ideales de renovación y tolerancia.
Una intervención no desdeñable que facilita esa aceleración de muchos acontecimientos corresponde a los medios de comunicación, por la que la difusión de las ideas en la actualidad se pueden trasmitir de modo personal e instantáneamente entre gentes geográficamente muy distantes. Poder comunicarse mediante escritura, voz, música e imagen, tanto en conversación privada como en grupo, hace que las ideas se propaguen con tanta velocidad como la conciencia personal sea capaz de generarlas, lo que representa el verdadero motor de la animación social. Ahora bien, el progreso social no se sigue de la intensidad del murmullo universal que la técnica propicia, que ha crecido exponencialmente, sino de la abundancia de ideas creativas que realmente se mueven por las redes sociales de comunicación.
Lo que realmente influye sobre el progreso de la humanidad es la calidad de las ideas creativas, pero no menos el potencial de comunicación de esas ideas, pues de que cada idea llegue a mucha gente se puede derivar el que más se apoyen en ello para aplicarla a sus necesidades, y sobre el conocimiento recibido poder desarrollar nuevos postulados. Piénsese cómo la divulgación universal de los conocimientos científicos han favorecido el progreso de la ciencia y la técnica, de igual manera que las tesis humanísticas desarrolladas en una cultura ayudan a las demás a tomarlas en consideración en lo que posean de valores universales, incluso en civilizaciones muy distintas. Pero además de esas aplicaciones sobre la investigación de cualquiera de las ramas del saber, también la comunicación facilita la difusión e intercambio de ideas sobre la organización de la sociedad, del ocio, del trabajo, de la cultura, del arte, de la espiritualidad, etc. Ese fluir de ideas de unos y otros sobre lo que concierne a la vida cotidiana es una de las aperturas más relevantes en la sociedad moderna que ha contrapesado la excesiva influencia de unos medios de comunicación que tradicionalmente han intentado dirigir el pensamiento de las masas hacia intereses de sesgo ideológico, en razón del control de la información que imponían sus propietarios particulares o los pertinentes poderes públicos.
El fluir de las ideas puede entenderse como una tendencia a la anarquía, porque se propaguen ideas sin los debidos fundamentos racionales, o muchas de ellas se deriven de la frivolidad ciudadana, entendiendo como tal el vicio de enaltecer lo que carece de relevancia e ignorar los asuntos importantes de cada comunidad. En cualquier caso, no se puede responsabilizar a la comunicación de los contenidos que interesan a la gente, sólo de la oportunidad que ofrece a su difusión; la mayoría de las personas conversan de sus ocupaciones y preocupaciones, por lo que ampliar las posibilidades de intercomunicación favorecen contar con opiniones ajenas con las que contrastar las ideas personales. El acto mismo de redactar en la tableta, móvil o ordenador una proposición o responder a una cuestión exige una atención sobre el tema superior a la simple aseveración maquinal, lo que en el conjunto de las muchas ideas que se tratan a lo largo del día supone una posibilidad de mejora en el interés por las relaciones sociales, ya que aunque se comenten muchas cosas socialmente intrascendentes, también aumenta la posibilidad cierta de tratar de asuntos que facilitan la sensibilización de la problemática social y la integración en el debate del interés comunitario.