FILOSOFÍA EN "EL CAPITAL", Y MARXISMO
En la lectura de "El Capital", de Karl Marx, pueden advertirse: una crítica socio-económica en su estructura vertical y un pensamiento filosófico presente de modo trasversal en toda la obra. Ese juicio filosófico se fundamenta en la equidad con que debe contemplarse a toda persona humana, independiente del entorno de las circunstancias que la determinan, debiendo la sociedad como colectivo actuar sobre esas circunstancias, cuando son negativas y discriminatorias, corrigiendo las estructuras que las favorecen al generar alienación entre lo que la persona se reconoce ser y lo que la comunidad le destina a ser.
El tema del discurso de Marx en la obra tiene por fin reiterar cómo la ciencia económica contemporánea dirige todos sus estudios a lograr un aumento en la producción y una mejora de los beneficios, relegando la consideración de la justicia. Así las relaciones laborales inherentes a la producción se fundamentan en ampliar la jornada laboral para favorecer la productividad del capital invertido, al tiempo que la rentabilidad de los beneficios crece ajustando los salarios. A esas dos premisas se encomienda el éxito de una producción industrial dependiente de la demanda de inversiones procedentes del ahorro social.
La deficiente justicia de todo ese planteamiento se deduce de que al trabajador no se le considera sujeto del beneficio generado, más allá de ser remunerado con un salario que le permita sobrevivir como soporte necesario del sistema de producción. Esa desconexión de los salarios a unos beneficios generados en un alto porcentaje por los trabajadores se convierte en la falla ética más trascendente del capitalismo, que, a juicio de Marx, descalifica el sistema porque el mismo en su desarrollo no proyecta sino engrandecer progresivamente la posición de dominio de los capitalistas sobre los asalariados, estratificando la economía la sociedad en clases irreconciliables por el preciso dominio de una sobre la otra para sobrevivir como tal. Esta filosofía del dominio entre las clases que asume sin escrúpulos el capitalismo radical, no podría concebirse sin el antecedente próximo de la esclavitud de los siglos precedentes, ya que la estimación de los salarios en base a cubrir las necesidades primarias de supervivencia no difiere de la razón de los amos a cubrir las necesidades vitales de los esclavos de modo semejante a como se hacía con las bestias de trabajo para garantizar su rendimiento. Todo ese planteamiento social del capitalismo en el siglo XIX, que ignora el derecho natural de la condición humana, emana de alterar el cimento de la filosofía moral de que la economía debe servir al hombre, a todo hombre a quien atañe, y no que sea el ser humano quien sirve a la economía, o quien sirva a los sujetos del beneficio económico.
El autor de "El Capital", en sus numerosas páginas, recurre a reiteradas fórmulas para demostrar el beneficio que se extrae al trabajador y que no compensa ni su salario, ni las condiciones de seguridad e higiene en que debe realizarlo. Para ello acude al análisis sociológico de las condiciones reales de trabajo en su tiempo y lugar. En esas condiciones reales de dominio de los patronos sobre los obreros es donde va a justificar algunas de sus principales conclusiones, como la estratificación de la sociedad en clases, la plusvalía sustraída a los obreros y la connivencia de la autoridad política con el poder económico. Pero esto, que es lo que más se evidencia capítulo por capítulo, corresponde al análisis sociológico de Marx, no al filosófico, ya que de la crítica pormenorizada de una realidad temporal no se pueden concluir verdades absolutas, ya que aquella se sigue de unas acciones concretas cuyas conclusiones críticas alcanzan sólo a esa realidad en tanto que como causa no evolucione.
El marxismo, como doctrina política desarrollada sobre el pensamiento de Marx posteriormente a su muerte, toma parte de su pensamiento filosófico y de su crítica socio-económica. Una gran mayoría de sus discípulos dogmatizaron sobre condiciones de verdad que no revestían valor universal, porque provenían de conclusiones críticas que no juzgaban principios o fundamentos sistemáticos de las relaciones humanas, sino aplicaciones concretas de formas de actuar de un entorno determinado, que por mucho que se le quisiera aplicar un modelo generalizador no admite una atribución absoluta.
Posiblemente en esa deficiencia de discernir entre la crítica de contenidos de verdad filosófica, valores universales, y la de contenidos de verdad sociológica, hábitos aplicados, se hayan seguidos muchos de los errores del marxismo político. Mientras, quedan pendientes de resolver muchas de las contradicciones sociales del mundo contemporáneo que se encuentran subyacentes en el pensamiento crítico de obra de Karl Marx.