PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 84                                                                                     ENERO - FEBRERO  2016
página 4

INFLUJO DE LA ÉTICA

 
Aunque mayormente en la sociedad real la ética haya tenido relativa relevancia, ya que históricamente como actitud personal ha sido desplazada por la moral religiosa, por la vigencia de las tradiciones y por las doctrinas políticas, no por ello deja de ser la guía intelectual más certera para la concordia de la humanidad, porque reconoce el valor universal de las conciencias cuando persiguen como fin la afirmación del bien objetivo por encima del subjetivo bien particular.
La ética suscita el valor transcendente del obrar humano aunque en cada acción no se perciba su relevancia universal. El ideal de libertad y el de correspondencia que la noción de conjunto aporta a la constitución de la sociedad hace que la responsabilidad personal que dirige la voluntad eficiente de cada individuo repercuta sobre todos los demás, desde los más a los menos próximos, llegando incluso a incidir en algo sobre los más lejanos, y tanto más cuanto mayor sean las corrientes de información que permitan percibir el modo de considerar la realidad por los demás, de modo que sobre la libertad en el obrar incide en algo el ejemplo de los demás.
Como la conciencia no depravada se inclina siempre como primera opción por el bien, su asunción dependerá en mucho que no haya sido invadida por el hábito contrario de la rutina de obrar siguiendo sólo la sensación de satisfacción, pues sin el acto intelectual de evaluación global el concepto de bien puede perder su dimensión objetiva, restringiéndose a la propia sensibilidad, lo que sería lógico sólo para actos individuales sin transcendencia social, pues en todos los actos que implican una relación pluripersonal se determina el bien en función de las condiciones de justicia que respetan.
Del hábito de obrar consciente del influjo de responsabilidad universal que poseen las obras se configura en cada cultura la permisividad ética del imaginario común de la consistencia del bien. Existen muchos colectivos cuya transigencia entre el bien y el mal obrar radica en la consideración de la tolerancia común con el mal, o con la única referencia el bien propio, de modo que se aplica el sofisma de que "todo el mundo lo hace", como si el mal ajeno pudiera contaminar el bien que la conciencia ética exige. Por ello, de que cada acto sea ejecutado persiguiendo que depare el mayor bien, tanto el propio como el ajeno, no sólo se desprende el bien para las personas particulares a quienes afecta, sino que también contribuye a esa divulgación, difusa pero real, ejemplar del bien; piénsese de qué modo se transmite por el ejemplo en la educación familiar, en la enseñanza, en el trabajo, en el entorno vecinal y en cualquier parte donde se obre el bien. Ese influjo de la ética que se transmite más o menos de generación en generación como el modelo legítimo de obrar es el que valora en gran parte el talante cultural de cada pueblo.
 

VOLVER A ÍNDICE TEMÁTICO