PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 84                                                                                     ENERO - FEBRERO  2016
página 8

CUIDAR LA MEMORIA

 
La introspección se fundamenta en gran parte en el análisis del estado de consciencia. El ser humano tiende a contemplarse tanto como sujeto y como objeto; como objeto considera la opinión ajena sobre él, en especial por lo que aparenta, tanto en lo correspondiente a su presencia física como a su comportamiento social; como sujeto su mirada se vuelve reflexiva y considera la estima de su propia personalidad. Para ese reconocimiento como objeto lo  más importante radica en la fisiología corporal; para como sujeto, el estado de idoneidad de la mente.
La articulación del conocimiento intelectual habilita a la persona humana para conocerse, pero tanto esa conciencia de la creatividad por la que se forja el ideal, como la de la libertad con la que se ejecuta, precisan de los recursos mentales de la percepción sensible y de la memoria cerebral para funcionar, pues sin ellas la psiquis se reduce a una dimensión potencial escasamente ejecutable, pero con su auxilio la conciencia se habilita de los recursos para el juicio de razón de las interacciones con la realidad circundante presente y pretérita.
Del mismo modo que la persona humana se ha convencido de la necesidad de trabajar su fisiología corporal en aras a la preservación de la salud, además de la conservación de su aspecto, también debe cuidarse de que la psiquis disponga en el mejor estado sus recursos instrumentales orgánicos, para lo que debe cuidar su funcionalidad, especialmente de la estabilidad de la memoria, pues las carencias en los sentidos son percibidas con más facilidad. Trabajar la memoria debe convertirse en una prevención habitual para favorecer una buena calidad de la razón, especialmente en su dimensión reflexiva, pues la rutina de determinadas actividades la favorecen para menesteres que sólo protegen la efectividad de conexiones cerebrales que responden a respuestas predeterminadas por el uso, enmascarando el deterioro que se va generando en otras menos habituales.
La  memoria humana, como todas las memorias: documental, virtual, etc. consta de dos procesos complementarios, el primero es el archivo de un contenido, el segundo es su búsqueda y recuperación. En las bibliotecas, en las computadoras, esos dos procesos están absolutamente definidos por detallados protocolos de archivo que permiten localizar y editar el contenido cuando es requerido. En el cerebro humano tiene que existir un procedimiento similar para el archivo y posterior recuperación de lo guardado en la memoria. La gran diferencia de los seres vivos a otras formas de memoria computarizada artificiales es que el cerebro posee por instinto natural la facultad de archivar ordenadamente de modo reflejo las percepciones, abstracciones e ideas de cada individuo, según la especificación de su propio especie. Ese desconocimiento que aún la ciencia actual sostiene respecto de los procesos mentales hace que en los tratamientos de las patologías de la memoria se esté mucho más atrasado que respecto a otros órganos y potencias del cuerpo. Lo que no obsta para que la psicología ofrezca recursos para contener en muchos casos el deterioro natural de los reflejos instintivos que facilitan al ser humano el uso de la facultad de la memoria.
Como esta facultad memorística es altamente responsable del archivo de las ideas y juicios referentes a sí mismo que son la base de la introspección, es aconsejable ejercitar la memoria, especialmente a partir de los albores de la tercera edad, para intentar mantenerla en las mejores condiciones de servicio. Una recomendación para ello es que se trabajen los dos procesos que intervienen en dicha facultad, o sea tanto la fase de archivo como la de recuperación de los contenidos. Es muy corriente que las personas sólo identifiquen la memoria con la fase de recuperación de los contenidos, o sea, de la agilidad del proceso de búsqueda, y se olviden que para localizar esos contenidos cualquier forma de memoria también depende de que la información se haya guardado de forma eficiente según el programa innato de la mente humana. La condición refleja de la memoria se debilita con los años, por lo que una forma de ayudarla en su trabajo es practicar el correcto procesamiento de la fase de archivo de la información que luego se pueda precisar. Así se deben practicar, tanto como ejercicios de recuperación, ejercicios para dominar la consciencia del interés por retener cada uno de los contenidos que luego se puedan necesitar. Por ejemplo, se deben identificar aquellos hábitos que se puedan estar cogiendo de colocar las cosas en cualquier espacio y no en su lugar adecuado, pues luego no encontrarlas no es un problema de memoria si la consciencia no ha archivado esa operación; de la misma forma que con cosas, pasa con ideas, obligaciones, nombres, cantidades y cualquier contenido conceptual, que posiblemente antes de forma refleja se memorizaba, pero con el paso de los años se requiere mayor atención para la operación de su fijación en el cerebro en función de la importancia que se quiere dar a cada contenido. Trabajando esos hábitos de archivo de la información, de modo semejante a como se opera con los de recuperación, se facilitará que la memoria envejezca más lentamente, lo que no evita los efectos de las patologías de tipo traumático que pudieran acontecer.
 

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