PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 85                                                                                     MARZO - ABRIL  2016
página 2

¿CONDICIONADOS POR EL PASADO?

 
Una constante de la humanidad ha sido mantener como referencia de vida el pasado, en el que cada generación es educada, y la pasión por modernizarse siguiendo el dictado de la libertad. Esas dos actitudes se debaten en la conciencia de la secuencia generacional, primando una sobre otra de modo cíclico, tanto en la sociedad como en el individuo.
El pasado supone la herencia de los fundamentos de la cultura: la lengua, la agricultura, el cálculo... que se pueden condensar como el conjunto de conocimientos concatenados e históricamente consolidados del ámbito de saber de cada civilización; pero la percepción de lo más incluyente y determinante sobre cada sociedad lo representa el pasado próximo, las una  dos generaciones anteriores, que son las que configuran la tradición efectiva sobre cada generación.
Aceptar el pasado histórico de la propia comunidad incluye el juicio negativo que toda renovación crítica tiene de las formas que entran en conflicto con la depuración de los valores que la inspira. Por eso el cambio se proyecta sobre el estatus de la herencia inmediata, que es la que determina las estructuras de relación entre conciudadanos. Es precisamente esa convivencia entre generaciones la que origina las tensiones entre quienes mayoritariamente se decantan por la vigencia de su legado y los reformadores que exigen la permanente adecuación del orden social a las nuevas referencias del pensamiento social. Olvidan aquellos que reclaman el inmovilismo cómo ellos mismos apostaron décadas atrás por la modernidad. Todas las generaciones creen que lo que ellos construyeron es lo mejor, pero una tras otra han sido superadas para progreso de la humanidad.
El derecho a ser justifica que cada generación no sea rehén de las anteriores, para lo cual se hace necesario que las estructuras sociales no se conciban inmutables, sino todo lo contrario, que contengan de forma efectiva los cauces de la renovación generacional, pues en caso contrario lo que provocan es la contestación revolucionaria en el choque entre la fluidez natural del cambio social contra  las estructuras que se configuran presas del pasado. Así, la revisión de las leyes fundamentales debe realizarse, al menos, cuando la generación que las aprobó deja de ser mayoría del censo electoral.
Honrar la memoria de los antecesores es un deber de respeto y justicia, pues el juicio a destiempo no es justo si no considera la mentalidad y determinaciones propias del momento en el que se obraba; pero esa consideración lleva también implícita que lo que pudo ser lícito en su tiempo no lo sea desde los valores del pensamiento actual. La tradición y el sistema social recibido no pueden encorsetar la libertad de procurarse a sí  misma cada nueva generación la evolución de las reglas de convivencia hacia las formas que satisfagan mejor los valores y las necesidades de su forma de pensar. El pasado puede informar al presente, pero cada tiempo debe ser libre para actuar con libertad de cara a su proyección de futuro.
 

VOLVER A ÍNDICE TEMÁTICO