PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 85                                                                                     MARZO - ABRIL  2016
página 6

TRANSPARENCIA CONTABLE

 
Se desconoce si la crisis económica global que está afectando desde principios de siglo a la economía mundial ha cogido por sorpresa a los especialistas financieros, pero a quienes sí lo ha hecho es que los ciudadanos, muy especialmente a quienes han perdido un trabajo estable durante décadas o quien ha padecido contemplar esfumarse sus ahorros. Ello incrementa la desconfianza en las autoridades y en el sistema político, lo que contribuye a la inestabilidad social y política, la menos deseada en circunstancias difíciles. Con independencia de lo que pueda estimarse en los círculos de poder, los ciudadanos normales perciben en el sistema un déficit de transparencia importante, la que podría haber evitado la profundidad de la crisis. Si como consecuencia de la crisis las autoridades parecen haber despertado de un estado de letargo, quizá haya sido así porque ignoraban la realidad contable de la economía mundial. Si no han existido guerras, ni catástrofes naturales que justifiquen un tan imprevisto empobrecimiento mundial, habrá que considerar sus causas en la deficiencia de las políticas financieras, bien por una política expansiva utópica o porque la misma se ha administrado sobre deficiente información y sin la debida caución de sus riesgos.
La contabilidad es la ciencia de permite conocer la correcta aplicación de las inversiones, pero la transcendencia de su eficacia depende no sólo de que la información se compute convenientemente, sino también de que la misma llegue inalterada a los órganos de decisión. En un mundo de relaciones mercantiles interrelacionadas, es de suma importancia que la información se trasmita inalterada a todos los interesados, ya que las tendencias que la contabilidad refleja puede servir para introducir las medidas oportunas de ajuste que mitiguen los efectos desfavorables. El problema social se crea cuando los directivos de las compañías mercantiles ocultan datos negativos para disimular su responsabilidad ente los propietarios; cuando las entidades financieras trajinan sus balances para no asustar a sus impositores; cuando la autoridad correspondiente de la administración pública manipula la estadística para que aparezca como favorable a sus intereses de gobierno; cuando las instituciones internacionales omiten las preceptivas verificaciones y certificaciones de la situación global.
Las cuentas claras debe generalizarse como un derecho a la equidad en las relaciones sociales, materializándose esa transparencia en que cada relación laboral, financiera, fiscal...  esté sustentada en la confianza de que se transfiere al ciudadano una información veraz y completa por parte del gobierno; al trabajador, por su patrón; al usuario, por la compañía de servicios; al sujeto fiscal, del gasto pormenorizado de sus impuestos; a los cooperantes, de la utilización de los recurso donados; y así en cada ente que entraña relaciones entre partes sociales particulares o públicas, desde la economía familiar al presupuesto nacional. El derecho a saber proviene de la responsable soberanía que a cada persona le corresponde asumir en la vida. Del contenido de esa información que se le debe facilitar por la autoridad contable implicada en cada relación se deriva que pueda tomar sus decisiones personales sobre la misma relación, como continuar o cambiar de trabajo, hacer o no una inversión, aumentar la familia, trasladarse de residencia, regular el ahorro y el ocio, cooperar en voluntariado, etc. De igual manera, la transparencia garantiza la fusión favorable de compañías mercantiles, un comercio fiable, unas políticas económicas asumibles, la confianza en el mercado monetario, la acción acertada de los reguladores.
La exigencia de la transparencia contable por la ciudadanía supone un nivel de exigencia que a nadie honrado perjudica y los buenos usos favorece. Conseguir la celeridad de los datos es posible con la computación automatizada. No existe excusa para no disponer y facilitar una información eficiente, la que en muchos casos se muestra también como el mejor antídoto de la corrupción.
 

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