PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 87                                                                                   JULIO - AGOSTO  2016
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EL DEPORTE COMO CEBO

 
El fin esencial del deporte es mejorar la salud de la persona que lo practica. Con su práctica no sólo se mejora, o se mantiene, un estado físico saludable, sino que también se consigue un efecto positivo para la actividad mental. Además, los deportes de equipo facilitan la sociabilidad del carácter, lo que redunda en una mejor integración social. Pero a pesar de todas esas excelencias, también el deporte presenta sus riesgos, como pueden ser la exposición a accidentes o lesiones, y uno muy especial que es una descontrolada adicción que desplace las verdaderas responsabilidades de la persona. No obstante los auténticos peligros del deporte se pueden localizar en su colateralidad, en especial cuando se utiliza como medio trocando su legítimo fin.
Independientemente de la discusión que se puede plantear respecto a los límites que la profesionalización genera entre la genuina naturaleza del deporte y su comercialización como espectáculo, existen utilizaciones de él como medio para un fin, paralelo al propio, que tiene por objeto servirse de su atracción para fines espurios. Algunas actividades que utilizan el deporte como cebo en esos fines son:
  • Las que utilizan a los clubes, o otras instituciones, como tapaderas para transacciones comerciales o financieras ilegales.
  • Las que aprovechan el poder emanado del deporte, en clubes, instituciones o medios de comunicación, como plataforma para la propaganda ideológica o de promoción política personal.
  • La que trafican con la imagen deportiva.
  • Las apuestas que inducen a la adicción patológica.
Se puede aducir que la responsabilidad última está en quien consume, no en quien ofrece el servicio, o en la permisividad de las autoridades, que no acotan eficientemente los límites tolerables de esas actividades. En cualquier caso, el problema social existe, y la responsabilidad ética a quien no atañe es a los deportistas, salvo que se presten para participar en el interés colateral al propio, como con el amaño de resultados; por ello conviene conocer la existencia de esa cara oculta para que la pasión por los propios colores, o por una disciplina deportiva, no sirva para complacer los intereses turbios de quienes utilizan el deporte como cebo para rentabilizar esa afición.
 

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