PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 87                                                                                   JULIO - AGOSTO  2016
página 9

DEPORTE Y CONSUMISMO

 
Desde mediados del siglo XX el deporte ha adquirido una importante dimensión social, de modo que ocupa una parte reseñable del ocio en el mundo actual. A ello ha contribuido mucho el desarrollo de los medios de información, desde la radio y la televisión a los diarios y revistas. Ese interés ha sido aprovechado por los gobiernos de los Estados como tarjeta de presentación de desarrollo cultural en el mundo internacional; también la industria y el comercio ha encontrado en la afición deportiva un medio de actividad y rendimiento lucrativo, en especial allá donde la implantación del consumismo ha garantizado un buen negocio.
El consumo del deporte ha ofrecido tres vertientes paralelas, pero esencialmente distintas:
  • La primera, en consumo de la práctica del deporte, desde su más genuina realización como afición a la elevación de profesión laboral.
  • La segunda, en consumo como espectador del deporte practicado por los demás, acudiendo a las canchas donde se practica o siguiendo esas competiciones a través de los medios de comunicación.
  • La tercera, en consumo de accesorios para la práctica del deporte, o de cualquier otro producto comercial identificador de un club o marca comercial relacionada con el mismo.
La justificación de ese consumismo hay que entenderla proporcional a la fuerza de atracción que ofrece un deporte, a la imagen de éxito que genera un deportista, o a la eficacia de procedimientos publicitarios dirigidos a inducir la voluntad al consumo como signo de inserción social. En cualquier caso, es importante saber diferenciar entre la pasión por la práctica del deporte y la que se reduce a una identificación emocional con el protagonismo ajeno.
Cuando el ejercicio deportivo se realiza personalmente, el consumismo se concreta en una atracción desproporcionada a los fines propios del deporte, como son el ocio y la salud. Con el ocio porque se llegue a dedicar más tiempo a la práctica del deporte del debido según el fin que le concierne. Con la salud cabe un doble peligro, que el excesivo cuidado y atención personal se convierta en una paranoia, o la tentación de que para mejorar el rendimiento se acuda al consumo de sustancias dopantes. Tanto respecto al ocio como a la salud cabe ser víctima de un desembolso económico desajustado al nivel de ejercicio por la presión de la publicidad comercial.
Si  personalmente no se practica el deporte, no se es deportista, aunque se pueda vivir rodeado de esa afición, de modo que los beneficios de ese ocio no redundan sobre la salud física y mental, que es uno de los principales fines del deporte, sino exclusivamente en la distracción y el descanso. Consumir como espectador mucho deporte, sea con presencia física o a través de los medios, entra en conflicto con las demás obligaciones que se puedan tener, siendo causa de irresponsabilidad que puede afectar a la convivencia, a los estudios, al trabajo o al bolsillo.
Sostener una larga y positiva relación en la vida con el deporte suele depender en saber administrar correctamente la inversión de personalidad, tiempo y dinero compatible con el amateurismo o la profesionalidad con que se practica, considerando que como actividad el deporte en sí es medio y no fin, o sea, que se practica deporte para obtener bienestar y no se sacrifica el bienestar por el deporte, como se puede terminar obrando si no se domina la contención del hábito.
 

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