EL DON DE COMUNICAR
Comunicar es una habilidad humana que reúne dos facetas: La primera, la facilidad de expresión; la segunda, la consistencia del juicio racional. De modo semejante a la literatura, se podría hablar de la forma y el fondo de la comunicación. A su vez la forma puede ser más espontánea, como la conversación, la entrevista y el debate; medianamente espontánea, cuando la expresión en directo se realiza leyendo sobre un texto previamente trabajado, como en las conferencias; y poco espontánea, cuando se utiliza un medio intermedio para divulgar el contenido de la comunicación, como en el periodismo, la literatura o el mensaje sonoro grabado en estudio.
El don de comunicar que poseen las personas es muy desigual entre ellas, pues aunque se considere al habla la principal forma de lenguaje de expresión inmediato, normalmente se enriquece o desmerece por la expresión de otros gestos corporales, sin menospreciar otras formas de expresión que prescinden de la palabra. De la facilidad para expresarse espontáneamente va a depender en mucho la forma preferente de comunicación que elige cada persona para hacerse entender.
El verdadero contenido de la comunicación es el mensaje, que en tanto en cuanto es más subjetivo, o sea, creado y elaborado por la razón individual, más original es, pero precisamente por esa originalidad existe menos predisposición a ser comprendido, pues cuanto más novedoso menos esperado es un contexto que facilite su recepción. Por ello, quien se sabe no muy hábil en la expresión directa elige preferentemente el mensaje escrito, sobre el cual poder hacer las correcciones oportunas para que sea lo más preciso posible. A veces surge la duda entre si es más persuasivo el mensaje escrito, por su compromiso formal, o la expresión oral directa, porque añade al contenido objetivo rasgos subjetivos de expresión.
Sea el medio que sea, existen ámbitos de la comunicación especialmente difíciles de satisfacer, como son todo lo referente a los sentimientos y a la creatividad intelectual, en especial cuando se carezca de referentes materiales físicos con los que describir por analogía las cualidades. Hay quien posee un don especial para transmitir incluso las cosas más abstractas, bien de forma espontánea y directa, porque sus recursos expresivos son poderosos, o de modo más mediato, recurriendo a las descripciones, ejemplos y metáforas que facilitan a los demás la comprensión del mensaje. Estas personas son las que poseen cualidades innatas para el ejercicio de la comunicación, empleándose muchas veces como intermediadores de quienes consideran costosa la exteriorización de su intimidad.
Aunque se considere innato el don de la comunicación, existen recursos para practicar y mejorar en la esfera de cada personalidad. Uno de los principales es la clarificación de las propias ideas que constituyen el objeto del mensaje antes de comenzar su difusión. Cuanto más identificado y más claro se tenga en la mente un contenido, por muy abstracto que sea, más fácil será encontrar los recursos para expresarlo.