PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 89                                                                                   NOVIEMBRE - DICIEMBRE  2016
página 6

MECANICISMO

 
La concepción mecanicista de la que la humanidad se ha servido para potenciar su fuerza y destreza creando todo tipo de maquinaria con las que servirse para progresar y dominar la naturaleza puede inducir al hombre a considerarse más como objeto de la tecnología que como sujeto de la misma, ya que sin esos medios hoy se encontraría reducido a la nada. Así, en los estudios sociológicos se constata que muchas personas responden al ser encuestadas que la vida no tendría sentido para ellos si no tuvieran un smartphone, una televisión, un automóvil... Es claro que esas personas responden así porque no nacieron cien años antes, pero lo que sí demuestra es hasta qué punto la creatividad humana se va haciendo dependiente del progreso que diseña a su alrededor.
Olvidar que el ser humano es el sujeto de su desarrollo no sólo puede hacerle dependiente de los instrumentos que diseña y usa, pues sin ellos no podría disfrutar del estado de bienestar que le procuran, sino que también implica la adaptación de sus actitudes a su uso y la desadaptación a las respuestas mentales y corporales que antes poseía para resolver las dificultades que ahora directamente le soluciona la técnica. Así, no se crean hábitos, o se pierden si se tuvieron, para el cálculo mental, para la orientación por signos naturales, para la creatividad en el ocio, para la espontaneidad en la vida social... y, cómo no, para la evaluación de su impacto en la huella ecológica.
En la medida que el ser humano se confía en la técnica, corre el peligro de mecanizar y automatizar tanto su entorno que pierda el control de su gestión. De hecho la robótica tiene por objeto poder sustituir la atención humana en infinidad de aplicaciones, como ya es una realidad poder computar mediante procesadores electrónicos infinitas más tareas que el hombre en el mismo tiempo, lo que le reporta tal superioridad de rendimiento que está trasformando la dinámica del mundo laboral, en especial en la producción de lo que se denominó manufacturación y hoy se podría llamar autoproducción. Favorablemente la robótica ha liberado al hombre de gran parte de la penalidad del trabajo manual, de labores con gran riesgo y de muchas de las enfermedades profesionales; al menos en la parte del mundo que disfruta de la industria más tecnificada.
Esa progresiva mecanización que afecta a la mayoría de las actividades humanas en el día de hoy, también presenta una dimensión de riesgo al centralizar muchas operaciones en terminales automatizadas cuya mayor autorregulación puede generar que un error haga viral sus efectos sobre millones de personas. Considérese un colapso financiero por la cesión de decisiones a un sistema automatizado que pudiera interpretar equivocadamente determinada información; la fatal consecuencia de una respuesta armada a una falsa alarma; la indefensión ciudadana por el masivo robo de datos; el caos sanitario por un error en la fabricación automatizada de medicamentos o prótesis; etc. Como al mismo tiempo se puede realizar un elenco de las numerosísimas ventajas de seguridad que reporta la mecanización e informatización sobre cada uno de los anteriores ámbitos enunciados, lo que sí procede es sensibilizar a la sociedad de los nuevos riesgos surgidos, tanto para no desentenderse de la propia condición de sujeto que corresponde respecto a la tecnología del progreso, como para saber resguardar, individual y colectivamente, el control de decisión que le garantice el ejercicio de la libertad personal o comunitaria. Por ejemplo, hay que tomar en consideración por las instituciones públicas y privadas que la velocidad de desarrollo de las aplicaciones tecnológicas en la gestión de la comunidad puede excluir a una parte muy importante de la población que cultural o mentalmente no poseen la capacidad para adaptarse a la misma velocidad. Piénsese que si la mera sustitución de una moneda por otra supone para muchos un problema, cuánto más si se decidiera, por ejemplo, la supresión del papel moneda como medio de pago; o la supresión de toda forma de correo que no fuera por medios electrónicos; o establecer como únicos canales de comunicación con la administración pública los medios digitales, sin recurso de poder trasmitir personalmente la peculiaridad de una situación. Aunque se pueda exigir a los ciudadanos el esfuerzo por la modernización, no debe prevalecer que el mecanicismo arrase el ámbito de decisión personal, por lo difícil que se hace posteriormente rectificar.
 

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