La amistad es una de las características más comunes y a la vez más difícil de definir dentro de las relaciones humanas. Es muy común porque todas las personas tienen amigos; es difícil de definir ya que los límites que cada conciencia adjudica al concepto de amistad hace a unas personas más o menos incluyentes o excluyentes que las demás. Por eso para poder hablar de amistad es necesario acordar previamente qué notas la caracterizan. Algunas de las más consolidadas son:

• Relación estable.
• Carga afectiva.
• Confianza.
• Consideración mutua.
• Sinceridad en la comunicación.
• Compartir.
• Pesar en la ausencia de trato.
• Tolerancia.

Cuando se dan, en mayor o menor grado, esas notas se puede decir que la relación a ascendido desde el grado de conocimiento al de amistad. Ello no obsta para que en cada una de esas notas se aprecien progresos y regresiones, porque en función del trato surgen continuamente aspectos del carácter y la personalidad que complacen o disgustan en la concepción que tiene cada parte de la otra. Ello produce en consecuencia una escala de valores por la que cada persona determina una graduación de calidad, desde las consideradas como amistades íntimas a las lejanas, aquellas que perduran más en el recuerdo de lo que fueron aunque sin darlas por perdidas. No obstante aun la amistad más íntima con el trato sufre variaciones que favorecen o debilitan esa relación; esas alteraciones causadas por el roce pueden considerarse de naturaleza intrínseca a la misma relación.
Existen también causas extrínsecas que influyen en la calidad de la amistad, debilitando su compromiso, siendo las principales los influjos generados por modificaciones en el entorno por circunstancias físicas o sicológicas. La principal es el cambio del lugar de residencia o trabajo que favorecía la relación, de este modo en cuanto los contactos se distancias la amistad, porque no se realimenta, decrece. Otra es el cambio de estado, por matrimonio, paternidad, divorcio o viudedad, que puede incidir en una modificación importante del ámbito de relaciones ante las nuevas responsabilidades o porque los vínculos entren en conflicto con los propios del nuevo estado. También las variaciones en el estatus social producen segregaciones entre grupos de amistades que se excluyen respectivamente.
Entre las extrínsecas de tipo sicológico dominan las fobias, por las que alguna de las partes detesta defectos o manías del amigo que anteriormente consentía sin problemas. Estas fobias tienden a aumentar con la edad, y son causa, a veces incomprensibles, del enfriamiento de la amistad.
A veces la falta al compromiso de la amistad proviene del defecto de correspondencia en la solidaridad entre uno y otro. En el mundo latino se diferencia entre "amigos de juergas" y "amigos de penas", si bien la amistad perfecta es la que reúne ambas condiciones. Quien se mantiene amigo en las penas es quien se muestra solidario con el otro en todas sus necesidades, porque las siente como propias. El amigo de juergas proviene de quienes se ayudan mutuamente a disfrutar con el ocio, bien porque el agrupamiento desinhibe recatos y timideces, bien porque posibilitan formas de ocio que requieren formación en equipo; en este caso, la solidaridad se restringe a la mutua disponibilidad para esos ámbitos. La solidaridad incluso a veces tensa la cuerda de la amistad cuando se enfrenta el comportamiento de una parte que asume los compromisos sociales de justicia y honradez y la otra parte se muestra frívola en el respeto a los derechos ajenos. Aunque la amistad como valor suponga querer a cada individuo como es, y no como gustaría que fuese, la desavenencia ética genera la frustración de no ver reconocido el objetivo de reconsideración de la parte contraria.
 

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