GERONTOCRACIA
La gerontocracia, o gobierno de los ancianos, responde a muy diversas causas a lo largo de la historia. La más común, hasta la edad moderna, ha sido consecuencia de la confianza que en el orden tribal se daba a la experiencia de los ancianos, de modo que se fiaba el gobierno a quienes consideraban relevantes por su mayor edad. Aún hoy quedan reminiscencias de esa ideología, pues siguen existiendo monarquías en que la sucesión en el poder prioritariamente se da en la relación sanguínea lateral, de modo que las sucesivas generaciones sólo son coronadas cuando todos los hermanos de la anterior generación han fallecido.
Más recientemente se ha apreciado gerontocracia en los regímenes surgidos de revoluciones o golpes militares, por la simple causa del envejecimiento de los líderes políticos que promovieron el asalto al poder, y con ellos el férreo sistema instaurado, así como los cargos de confianza designados para mantener la ideología frente a la lógica evolución social.
Actualmente la trascendencia de la gerontocracia en la vida política proviene de causas completamente distintas a las habidas anteriormente en la historia. Su origen está en la combinación de la democracia y en la inversión de la pirámide de edad de la población. Hasta nuestros días, la media de edad de la población con derecho a voto estaba establecida hacia los cuarenta años, pero en los últimos decenios esto ha comenzado a cambiar en muchos países, a causa de un menor índice de natalidad y una mayor longevidad; hasta el punto que tres generaciones coinciden en el ejercicio del voto, pero en cambio de lo que podía ocurrir con anterioridad, las tres generaciones aportan semejante número de votantes, cuando en el siglo pasado los votantes jóvenes triplicaban o cuadruplicaban a los ancianos.
Que sean los jóvenes, la gente de mediana edad o los ancianos quienes deciden mayoritariamente la composición del gobierno tiene relevancia política, porque si gobiernan los jóvenes lo más probable es que se induzca hacia el progreso de futuro; si lo hacen los de mediana edad, prevalezca la protección social; y si dominan los ancianos, el conservadurismo. En la tercera edad mayormente se añora los ideales del pasado, como la realidad más perfecta; entre los jóvenes, los más aspiran a un futuro justo y cierto; el grupo de edad entre los anteriores valora la estabilidad económica y social.
La perspectiva de futuro respecto a la enseñanza, el trabajo, la protección de la naturaleza, las relaciones internacionales, la paz, la protección social, la cooperación mundial, la globalización, etc., que constituyen el objeto de la acción de gobierno, no puede ser la misma si se contempla desde el interés de los mayores jubilados o desde el de los trabajadores en activo, porque para estos supone la esencia de su actividad y para los otros, cuanto más ancianos, de escasa trascendencia vital. No obstante, como cada voto vale por igual y los grupos políticos se deben a sus votantes, la mayor proporción de gente mayor se constituye como el sostén de las políticas conservadoras y la mayor resistencia al cambio social.
La gerontocracia no sólo tiende en su acción de gobierno a la legítima protección de los intereses de la tercera edad, sino que sostiene una perspectiva caduca de paternalismo respecto a la reivindicación de los derechos públicos, las eficiencia de las finanzas, el desarrollo económico, los medios de comunicación, la estructura del trabajo, la libertad religiosa, la independencia judicial, el rol de las fuerzas armadas, etc. Se podría definir como la rémora del progreso y la oposición a la modernización.