COLONIALISMO ECONÓMICO
Desde siempre ha existido la ambición individual y la ambición colectiva de aquellas comunidades que por su fortaleza tenían el prurito de conquistar otras naciones y someter a sus habitantes a la esclavitud o a sus jefes al pago de tributos. Desde hace unas décadas no es políticamente correcto consentir la colonización tal como se hizo en los siglos anteriores, pero ello no impide que siga vigente en las ideologías políticas la táctica de expandir las relaciones de dominio, buscando con ello lograr el beneficio pertinente para la nación colonizadora. Ahora no se coloniza con ejércitos militares, sino, en el mejor de los casos, con la inversión financiera especulativa, cuando no con la extorsión o el bloqueo comercial.
Cuanto mayor es la globalización de las relaciones internacionales y más pujanza alcanza el comercio, más posibilidades se abren para el desarrollo de todos los pueblos, pero en ese mercado existen quienes tienen poder para marcar el dominio de las relaciones y quienes tienen que aceptar comerciar con las condiciones que otros imponen. Es a través de ese dominio en las relaciones económicas con lo que las grandes potencias no sólo logran importantes beneficios económicos, sino también doblegar a su servicio a las autoridades de naciones más desfavorecidas, las que en algunas ocasiones son altamente estratégicas.
En lo concreto del efecto de la causa del colonialismo sobre las economías domésticas de las naciones económicamente subyugadas es la merma de beneficio en el trabajo proporcional al lucro improcedente que obtienen las compañías mercantiles extranjeras y la pérdida de mercado por la transformación de los hábitos de consumo, además de la repercusión en sus vidas del endeudamiento privado y público y de la sucesiva intervención reguladora de una autoridad ajena a la legítima del país. También ese colonialismo facilita el despotismo en el poder de las autoridades locales y la profusión de la corrupción cuando se retribuyen mutuamente favores entre los inversores financieros y los distintos estamentos de poder en el país.
Normalmente el colonialismo económico actúa desde la perspectiva de la ayuda financiera o la inversión productiva, pero el objeto real siempre hay que encontrarlo en el interés del país colonizador para la expansión de sus empresas, para el control de materias primas, para la generación de una posición estratégica militar o como puente para la penetración en un entorno hostil. Aunque los fines son los parecidos a los de siglos atrás, en la actualidad el colonialismo exige la complicidad interior del país colonizado, la confabulación internacional para aprobar el dominio de un otro país por la fuerza o la intermediación de una confederación de naciones en la que alguna potencia ejerza una posición de dominio sobre las demás. Este colonialismo actual tiene la particularidad de que no siempre se detecta como tal en cuanto acción de otro país, pues la mayor parte de las veces son las compañías mercantiles del mismo las que ejercen la labor directa de dominio sobre el pueblo. Dominio que se caracteriza porque las actitudes empresariales que toma la empresa son netamente diferenciadas de las que usa en su propio país. Se podría excusar en parte ese colonialismo si el comportamiento ético de la colonización económica siguiera las pautas éticas que rigen la conducta propia del país colonizador.